UN MUNDO SIN NÚMEROS
Después de una semana intensiva y de
mucho análisis sobre el quehacer educativo, a Daniel, aún le rondaba en su
cabeza el “abajo Baldor”. Había llegado el momento de llevar a la práctica todo
lo aprendido en el curso. En los próximos días se daba inicio a las clases y
debían prepararse para ese profundo cambio.
―¿Cuál es la primera unidad en primero
medio? ―preguntó Daniel. ―“Números” ―respondió Camila― En esta unidad tenemos que
incorporar los números racionales e irracionales. ―¿Y de qué forma vas a
iniciar la unidad? ―preguntó desconcertado Daniel―, porque después del curso,
todo el material que tengo y que he acumulado durante años, me parece que no corresponde.
―Nunca tanto Daniel ―respondió Camila con una sonrisa―, lo que tenemos que
hacer es adaptar nuestro material. Incorporarle vida y actualidad. ―Linda tu
frase, pero no lo veo tan fácil ―dijo desanimado Daniel. Planifiquemos las
primeras clases, día a día ―dijo con decisión Camila― y verás como todo se va a
ir dando como queremos a medida que transcurra el año escolar. ―Está bien
―respondió Daniel, no muy convencido, pero dispuesto a intentarlo. ―Las
primeras clases tenemos que conocer a nuestros alumnos y ver el nivel matemático
que traen ―comenzó Camila―. Sabemos que
siempre en primero medio se incorporan muchos alumnos nuevos y debemos tratar
de nivelar una base que nos permita trabajar a futuro sin dificultades.
Independientemente de la prueba de Diagnóstico, podemos plantear en clase
algunas situaciones matemáticas que nos den luces sobre los aprendizajes
previos de nuestros alumnos. ―¿Te refieres a darles algunos problemas para que
ellos los resuelvan? ―preguntó Daniel. ―Sí, pero problemas motivadores que
apunten hacia lo que queremos evaluar. Y ambos pusieron todo su empeño y
conocimientos en esta planificación inicial.
Aquel día sería inolvidable para Daniel,
iba hacia la sala con su libro de Clases bajo el brazo y con un sinfín de ideas
rondándole la cabeza. Esperaba que lo planificado con Camila diese resultado;
él aún no estaba muy convencido, pero sabía que tenía que intentarlo. Después
de la presentación y de pasar la lista, inició su actividad diciendo: ―Mis
queridos alumnos y alumnas. Hoy iniciaremos un maravilloso viaje por el mundo
de las matemáticas. Y cuando digo esto, muchos pensarán en un mundo lleno de
números, símbolos, problemas y dificultades, pero enseguida les digo que se
equivocan.
Los alumnos estaban desconcertados. No
lograban comprender a qué quería llegar con esa afirmación. ―Miren a su
alrededor ―continuó―, la sala, las mesas, sus cuadernos, las baldosas del piso,
el pizarrón, etc. ¿Saben dónde se encuentran todas esas cosas? La respuesta fue
un completo silencio.
Nadie parecía comprender la pregunta del
profesor. ―En el mundo de las matemáticas ―afirmó muy seguro de lo que decía,
Daniel. Un mundo hermoso que los invito a conocer y a vivir. Un mundo donde la magia matemática te acompaña cada día, te
desafía y te motiva a crecer, donde los números son nuestros amigos, nuestros
aliados.
Los científicos ya no podrían calcular
nada, se pararían las industrias y los gobiernos no sabrían cómo calcular el
costo de la vida, el IPC, etc., etc., etcétera.
―No podríamos sacar nuestros promedios
―aportó Ester.
―Y los carpinteros no podrían construir
nada ―agregó Elena.
―Y ya no habría competencias
deportivas―dijo Andrés.
―Exactamente ―confirmó Daniel―, les
aseguro que en menos de un mes estarían todos pidiendo que la nave espacial
volviera con todo su cargamento matemático. Y gracias a eso podríamos volver a
la magia de los números y de las matemáticas. ―Y yo ―dijo Daniel― podría
escribir en la pizarra el número 19.998 y saber que con él puedo hacer magia. ―Nunca
tanto ―dijo Ángel riendo. ―¿No crees que pueda hacer magia con este número? ―replicó
Daniel. ―Espera y verás Se dirigió a Ricardo y le dijo: ―Ricardo, ¡dime un
número cualquiera de 4 cifras! ― 5.724 ―respondió Ricardo. ―¡Muy bien! Yo voy a
colocar, bajo él, otro cualquiera ―y anotó 4.275. ―Tú Nicol, -Dime otro número
de cuatro cifras ―1.849 ―respondió Nicol. ―Bien, yo agregaré otro más y
escribió rápidamente el número 8.150.
―Ahora, los invito como primera
actividad matemática a que sumemos estos números. Y entre todos fueron sumando
columna a columna, en la forma tradicional, y finalmente obtuvieron el
resultado 19.998, para sorpresa de todos, era el mismo número que Daniel había
escrito en la pizarra al inicio de la actividad. El asombro inundó la sala y se
escucharon las primeras interrogantes. ―¿Cómo lo hizo señor? ―Señor, ¡enséñenos
cómo se hace! ―¡No tengo problemas en decirles cómo se hace! ―respondió Daniel―,
pero me gustaría mucho más que ustedes mismos descifraran el misterio. Todos se
involucraron en el dilema y comenzaron a extraer algunas conclusiones. ―¡Señor!
―dijo Ángel, alzando la mano― ¡creo saber la respuesta! ―Cuando Ricardo dijo
5.724, usted colocó el siguiente número de modo tal que la suma de cada columna
fuese dando 9. Lo mismo ocurrió cuando Nicol le dijo el segundo número. Por eso
al sumar todo, siempre nos iba dando 18 y con la reserva 19. ―Excelente Ángel,
¿comprendieron todos la explicación? ―preguntó Daniel ―¡Siii! ―respondieron a
coro los alumnos.
―Ahora, ―prosiguió Daniel―, quiero que
resuelvan un nuevo desafío que tiene que ver con la operatoria de 7º y 8º.
Formen, utilizando 4 cuatros y las operaciones básicas, los números del 0 al 9,
sin olvidar que existe en matemática un orden para operar. ¿Se acuerdan cuál
es? ―Primero las multiplicaciones y divisiones, luego las sumas y restas
―respondió Estefanía. ―¿Y si la expresión tiene paréntesis? ―dijo Daniel. ―¡Entonces
se resuelven los paréntesis primero! ―aclaró Estefanía.
―Para que quede más claro aún, yo
iniciaré este desafío, formando el número 2 y anotó en la pizarra 4 ÷ 4 + 4 ÷ 4 Con
ese ejemplo fue suficiente y todos comenzaron a formar los restantes números. ―¡Señor!
¿Se pueden utilizar paréntesis y potencias? ―preguntó Ester. ―Si te sirven para
obtener algunos de los números no hay problema, pero no te olvides de la
condición. Sólo debes usar 4 cuatros ―le respondió Daniel, mientras iba
observando uno a uno el trabajo que estaban realizando sus alumnos. Un rato más
tarde, habían terminado la actividad con algunas dificultades para encontrar el
4 y el 5. Para revisar sus procedimientos, fueron pasando a la pizarra y
anotando la expresión matemática que habían encontrado para cada número.
Algunos de estos, incluso tenían más de una expresión correcta.
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