Como parte del Proyecto Plan Lector y del Proyecto de Educación Económica y Financiera y en aras de incentivar la lectura en nuestros estudiantes y mejorar en cada uno de ellos su competencia lectora.
QUE NADIE SE QUEDE SIN COMER
“¡Mañana
es viernes, mañana es viernes!”, se repetía emocionado Julián una y otra vez. Por fin consiguió dormirse soñando la
recompensa que recibiría de sus padres al otro día. A la mañana siguiente, su padre lo despertó
con una gran sonrisa y le entregó un sobre amarillo mientras decía: “Julián,
aunque sólo tienes 12 años nos has demostrado a mamá y a mí que eres muy
trabajador y responsable. Has cumplido con tu palabra y el jardín está
impecable: el césped cortado, las plantas regadas, el carro pulido y
¡hasta has arreglado el cuarto de las herramientas!
Estamos muy orgullosos de
ti y por eso, como acordamos con mamá, queremos reconocer tu trabajo pagándote
tu primer sueldo. Estamos seguros de que serás capaz de cuidarlo y sacar
provecho de él”.
Le dio un abrazo muy fuerte
y lo dejó solo para que pudiera abrir el sobre con tranquilidad. Julián, entusiasmado, abrió el sobre y se
sorprendió al descubrir que estaba lleno de dinero. ¡Mucho dinero!
Empezó a contar los
billetes: mil, dos mil, cinco mil,
veinte mil ... ¡¡Cien mil !! ¡Había ganado cien mil pesos en tan sólo cinco días
de trabajo! ¡Qué orgulloso estaba de sí mismo! ¡Ahora sí podría comprarse todo
lo que quisiera! ¡Videojuegos, golosinas, revistas y muchas cosas más! Mientras soñaba despierto con todas las cosas
que se iba a comprar con su dinero, de repente descubrió en el fondo del sobre
una pequeña nota que parecía escondida entre los billetes. La leyó con mucha
atención: Querido hijo: ¡Felicitaciones por tu primer sueldo! Has
hecho un gran trabajo y te mereces cada peso.
Sin embargo, antes de que decidas cómo vas a gastarlo, me gustaría
contarte una historia que mi padre me enseñó hace mucho tiempo, y que me ha
sido de gran ayuda a lo largo de mi vida:
Quiero que imagines
que todo ese dinero que ahora tienes entre tus manos es un pastel de chocolate. Un pastel con el que tendrás que convidar a
cuatro invitados: el señor Juan Ahorro,
el señor Tomás Gastos, la señora Ana Compartir y la señora Julieta Inversión. Como esos invitados son tus fieles amigos y
te acompañarán toda la vida, tienes que cortar el pastel de la mejor manera,
para que nadie se enoje porque comió de más o de menos
A
veces, alguien tendrá más hambre y podrá comer un poco de más, como cuando
tenemos que comprar muchas cosas y tenemos que dedicar más dinero para el señor
Gastos. Pero si todos los meses hacemos lo mismo, los demás invitados van a
terminar enojándose contigo, porque les toca poco pastel y comerán de menos. Recuerda que debes ser un buen anfitrión y no
quieres enfadar a nadie, por lo que tendrás que dividir el pastel de la manera
más justa y equitativa posible. A veces, según las circunstancias, podrá ser
necesario que un mes le des una porción más grande a alguno de los invitados,
pero lo más importante es que, cada vez que tengas que repartir la torta del
dinero, ¡ningún invitado se quede sin comer!
Para
despedirnos, te dejamos esta hoja que se llama presupuesto, para que puedas
escribir en ella cómo vas a repartir tu dinero para alimentar a los invitados,
y recuerda: ¡Que nadie se quede sin comer!
Con
mucho amor, papá y mamá.
Después de leer esta
carta, Julián se dio cuenta de que él había estado pensando sólo en alimentar
al señor Gastos. ¿Y qué pasaría con el señor Ahorro o las señoras Compartir e
Inversión? ¡Él no podía dejar a nadie sin comer! Después de reflexionar un poco, comenzó a
completar con gran entusiasmo la hoja del presupuesto, que tenía cuatro
columnas con los apellidos de sus invitados: AHORRO, GASTOS, COMPARTIR e
INVERSIÓN:
Porción para el señor
Juan AHORRO: El primer paso fue identificar sus objetivos y necesidades en el
futuro, y repartir entre ellos las cantidades destinadas al AHORRO.
Porción para el señor
Tomás GASTOS: Después de guardar lo que correspondía al ahorro, pensó en las
cosas que quería o necesitaba comprarse, y comenzó a anotar todo el dinero que
pensaba gastar inmediatamente.
Porción para la señora
Ana COMPARTIR: Una vez separado lo que correspondía al señor Ahorro y al señor
Gastos, se puso a pensar que la protectora de animales de la otra calle estaba
necesitando unos almohadones nuevos para los cachorros, así que apuntó una
parte de su dinero en la columna de la señora COMPARTIR.
¡Por fin había terminado
su presupuesto!
Julián se sintió
orgulloso de haber alimentado a todos sus invitados. También estaba seguro de
que, con la lección que aprendió ese día, siempre sería un buen anfitrión para
su dinero ¡nadie se quedaría sin comer!
Verónica Deambrogio
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